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martes, 19 de octubre de 2021

Brisas

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Del pecho le brotaron matas de maíz. Eran para

alimentar al gentío. Del mismo modo, le brotó la tierra para esparcir en el mar.

Pero los hombres alardearon de ser gigantes y las plantitas se devastaron, se pudrieron cuando apenas nacían. Los agricultores se sintieron traicionados por aquel pecho que ahora germinaba plantas marchitas. En seguida vinieron las lágrimas, las hambrunas y las tristezas. Y comenzó la revuelta...

Y los muertos fueron devueltos a la tierra y las esperanzas lanzadas al mar.


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La única enfermedad mortal que existe es la que te mata. 

   Ahora comienzo a notar dificultades para respirar. Otra pérdida evidente de mis valores. Más temprano en la madrugada me di cuenta que las manos y piernas no respondían. Quizás es solo un momento y ya pasará. Resuelto a esperar cualquier   evento nuevo, decidí hacer tiempo. Aunque instantes después me asaltaría la pregunta cómo haría para alcanzar la puerta y abrir al momento que alguien tocara. 

La infusión de cascaras de plátano que bebí anoche para tener a raya los virus o bacterias parece no haber hecho efecto.

Ahora merma mi respiración. Recuerdo los loritos salvajes y las tórtolas que llegaban a los árboles del jardín. La casa en la ribera del rio. 

El traspatio grande desde muy temprano permite la estancia de los gorriones que juguetean entre los damascos, los nísperos y esconderse entre las rosas, las higueras. Aquel lugar olía a tierra mojada y nube de la cima. 

El aire se acaba, la mirada se nubla. Los ojos cerrados ya. Quizás nombrar la muerte sea poca cosa recordar a mis padres, mis hermanas, todos riendo. La voz de padre que bastaba ver el semblante para saber su imaginaria, su inteligencia.  Madre hermética en su silencio. 

Siempre respetando la palabra de mi padre, hijo de la educación militar y que a golpe de fuerza haría callar a todos. ¿Dónde estarán? ¿Por qué razón no vienen a mi puerta? Prefiero dormir y guardar silencio, es mejor guardar silencio. 


Qué lindo es no sentirte

Sé que te has ido, que estas paredes ya no respiran más tus cóleras y fastidios producidas por el ludo manejo de las vivencias.

Sé que ya no moras en mí, modestas palabras que bien le vendrían a la innombrable Muerte, a la insoluta Deidad que me ha acompañado en tu presencia, y me quedo aquí, por el momento, «sin ánimo pendenciero», a reír, a gozar, a renacer en Gloria por el descomunal placer que me produce tu ausencia bruta.


La luna estaba puesta para colaborar con ellos, de manera suave iluminaba sus cuerpos que tomados de la mano caminaban despacio por la vereda solitaria.

El olor de la floresta les rondaba el olfato, y aunque el bosque era siempre su terruño preferido para acampar, a ella le hubiese gustado mejor, bajar por la ladera de la montaña y terminar la noche tirados en la playa para recibir el sol de la madrugada junto a las tibias olas del mar. Pero ya era demasiado tarde para reniegos y lamentos, de todas formas, desde allí tenían la vista del océano y la constante caída de estrellas fugaces que parecían hacer pasos de equilibrista de circo al caminar sobre la línea delgada del litoral que se dibujaba al horizonte.

Cuando la fogata ardía frente a ellos, ya sus cuerpos se fundían en movimientos compulsivos con la respiración agitada y sonidos guturales quejumbrosos.

Las estrellas continuaban desprendiéndose del cielo.


Breves y fugaces

☼En poco o nada ayuda una Filosofía que busca tu verdad relativa si esta nunca armoniza con la verdad absoluta. Llámese secta religiosa, política (Ideologías) o nada.

☼Para descansar bajo el sol es preferible continuar la marcha.

☼Para que alcance tiene que sobrar.

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Edgardo Benítez

Santa Ana, El Salvador

Brisas

 ☼ Del pecho le brotaron matas de maíz. Eran para alimentar al gentío. Del mismo modo, le brotó la tierra para esparcir en el mar. Pero los ...