Del
cerebro y sus bondades
Edgardo
Benitez
Sin
egolatría alguna, la especialización de la energía creó, formó y evolucionó al
ser humano; hasta ubicarlo en el último peldaño de la larga escalera evolutiva;
y lo plantó en esa posición, complementándolo con un cerebro, que no es un
musculo, pero actúa como tal: que, si no se utiliza, se atrofia. Con un peso
aproximado de 1200 gramos (3 libras), es más resuelto y poderoso que cualquier
computadora que se haya inventado hasta ahora. El cerebro es la procesadora de
datos de mayor capacidad de almacenamiento de información del mundo (280
trillones de Bytes). Este resultado de la evolución, establece algunas
diferencias sustanciales con los cerebros de las otras especies que de igual
forma habitaban la Tierra. Si bien es cierto que los animales sustentaban en su
haber un cerebro, también es cierto que es más que evidente, la gigantesca
diferencia que existe con ellos. La corteza cerebral nuestra constituye el 85%
del peso del cerebro y es fácil ver por qué: Esta es la parte pensante del
cerebro. Permite resolver problemas de matemáticas, jugar videojuegos,
alimentar a tus peces, bailar, recordar el cumpleaños de tu hermana o dibujar.
La corteza cerebral hace que los seres humanos seamos más inteligentes que los
animales debido a que es la parte que nos permite pensar, me refiero al
Pensamiento. Qué bien le hubiera venido a cualquiera de las demás especies un
cerebro de estas características; quienes de inmediato percibieron a simple
vista, como el humano deambulaba orgullos por los parajes más inhóspitos de la
Tierra, sintiéndose el amo y señor de todo lo que lo rodeaba. Esta nueva
modalidad de cerebro, contaba dentro de sus atributos, con un aditamento
sorprendente, que permitiría al nuevo espécimen, poder vivir, convivir, y
compartir con las demás especies el terruño que juntos poblarían y que
presenciaban paso a paso el proceso de su evolución; me refiero al Pensamiento.
El pensamiento, ubicado en la corteza cerebral, contiene unos 10.000 millones
de neuronas, cada una de ellas establece entre 10.000 y 50.000 contactos con
las células vecinas, y pueden recibir hasta 200.000 mensajes. El Pensamiento
surge como herramienta de uso obligatorio. A este ejercicio constante del
Pensamiento, se le denomina Pensar. El cerebro siempre se halla ocupado. ¡Ha
sido así toda la vida! Cuando éramos muy chicos, no podíamos hacer muchas
cosas: no podíamos decir la hora, vestirnos o incluso hablar. Pero nuestro
cerebro estaba preparado para aprender todas estas cosas nuevas y muchas más,
porque se encuentra proveído con las neuronas. El sistema nervioso está formado
de millones y millones de estas células microscópicas llamadas Neuronas. La
Neurona graba, cada una tiene pequeñas ramificaciones que sobresalen y le
permiten conectarse a otras neuronas. Al nacer, nuestro cerebro tenía todas las
neuronas que siempre tendremos, pero muchas de ellas no estaban conectadas
entre sí. Cuando aprendemos cosas, los mensajes van de una neurona a otra, una
y otra vez. A la larga, el cerebro empieza a crear «conexiones (o vías)» entre
ellas, para que las cosas sean más posibles y podamos hacerlas cada vez mejor.
Pensemos en la primera vez que montamos una bicicleta, el cerebro tenía que
pensar en pedalear, permanecer en equilibrio, controlar el manubrio, vigilar la
calle e incluso poner el freno, dosificar el dolor en las piernas en la cuesta,
tomar el ánfora del agua, saludar un amigo, todo a la vez. Un trabajo difícil,
¿verdad? Pero con el tiempo y la práctica, las neuronas transmitieron mensajes
entre sí hasta que se creó una vía en el cerebro. Ahora ya podemos montar
bicicleta sin pensarlo, porque las neuronas han creado con éxito la vía de
"montar bicicleta”. Otra condición más importante aún, para establecer
alianzas con otros seres humanos en armonía (interrelación personal) y para poder
establecer comunión consigo mismo (intra relación personal). Esa es la alianza
y comunión que establece la diferencia con otras especies, ya que en el caso de
los humanos es un acto que debe ser estrictamente fruto de pensar. El verdadero
problema es que el pensamiento humano se encuentra colmado de normas sociales
las cuales lo tienen martirizado; es por ello que no puede hacer uso
conveniente de su pensamiento, de tal forma que todas esas normas no lo dejan
aprender, producto del complejo de culpa que le genera la obediencia a dichas
normas. Esos cánones sociales, que él mismo inventa, sirven única y
exclusivamente para aplacarse la posibilidad de aprender. Mientras los humanos
no amemos nuestro pensamiento, no lograremos amarnos a nosotros mismos. Es por
medio del pensamiento que identificamos nuestra presencia en el Mundo. Por
demás está mencionar la cantidad ilimitada de enfermedades que recién aparecen
en la Tierra, producidas por una carente o pésima intra relación personal:
Cáncer, hipertensión, problemas gástricos, hongos, lupus, la Diabetes, el mal
de Parkinson y el Alzheimer. Y si lo vemos por el campo de la interrelación:
guerras, hambrunas y crisis mundial de alimentos, todas producidas por esa
pésima interrelación personal que adolecemos los humanos. Todo esto producto de
no cumplir con el mandato genético de “Haced lo conveniente para ti”. Es
entonces mi deber acelerar el proceso de pensar y establecer armonía con otros
seres humanos y conmigo. Es por ello, que por la ausencia de pensar, es que reina
el desequilibrio y nos lleva momento a momento, hacia nuestra destrucción
total. La superpoblación es claro ejemplo de ello. No hemos medido las
consecuencias que pagamos y tendremos que pagar, por tener hijos sin mesura. No
calculamos las condiciones que rodearán a nuestros hijos al traerlos a este
sitio tan impropio y tan irreconocible; que al aparecer en este mundo nos llena
de tanto pánico, que ya a temprana edad, nos arrepentimos de vivir en él. No
nos percatamos que hemos llevado a nuestra especie al borde del precipicio (El
síndrome Lemming) y no percibimos esos acontecimientos con la debida
importancia. Ese es el mismo fenómeno que viven las células cancerígenas de un
humano en ausencia de pensar; que sabiendo que el cuerpo de este humano va a
morir cuando se prolifere su especie, ellas, las células cancerígenas, siguen
expandiéndose en forma desmesurada, provocando un caos total hasta que acaban
con la vida de su hospedero. Parece entonces que dichas células, han optado por
suicidarse. Porque a la muerte del humano que las hospeda, ellas también se
irán a la tumba con él. Es entonces que esa misma especialización de la energía
que un día nos permitió tener pensamiento, nos permite hoy que podamos obrar
con plena gratitud por lograr pensar.
Se acaba
de marchar la loca. Salió huyendo cuando al decirme que había muerto tres
veces, le respondí que era poco probable o imposible que alguien regresara de
la tumba después de haberse comprobado su estado. Argumentaba que si ella no
moría al menos tres veces, no tendría sentido resucitar en esta forma de vida.
No pude contener la risa. Ni el llanto. Hubo tanto que platicar pero no soportó
verme pegado al espejo, admirando mis dientes gruesos, al reír. Y mis ojeras
que de inmediato se forman cuando lloro. ¿Cómo crees que he de creer esta
falacia?, si mueres, mueres, pero no vuelves a nacer y caminar con tus pies
fortalecidos. Imposible hacerlo una sola vez, no digamos, tres. Algo de eso fue
nuestra plática que no duro mucho tiempo debido a su poca comprensión conmigo y
no contar con argumentos suficientes para explicar lo sucedido. Ya quisiera
poder revivir al menos una vez. Esas fueron mis últimas palabras y no alcancé a
ver su partida, solo supe que se había marchado cuando escuché el golpe de la
puerta mientras yo preparaba en la cocina un tazón de caldo de pollo con
natilla. Siempre ha ocurrido así. No ha podido explicar más elementales de su
manera de llevar la vida. Todo le puedo creer pero que ha muerto tres veces,
eso sí que es una falsedad la cual no estoy dispuesto a entender. Un día me
decía que siempre que hablaba conmigo, al poco no podía soportar ni un minuto
más, que yo era tan cerrado de mi cabezota y que era imposible que comprendiera
el tema. Qué más valdría nunca hubiéramos cruzado nuestras vidas. Siempre pensé
me casaba con una loca de amarrar, a veces temía me atacara mientras dormíamos,
decía guardaba en su mesita de noche, unas tijeras y una daga española, la cual
ocuparía para defenderse de la agresión que podría causarle un ser maléfico que
ella sabía andaba tras sus pasos. Ahora pienso que podré dormir con
tranquilidad porque también podré sacar de mi mesita de noche, las cuchillas,
la almágana y el formón, con el que cada noche, tallaba el ataúd que preparaba
para ella.
Alas para
un vuelo cáustico
Aferrado
al mundo que nos ha tocado vivir, voy. Agarrado a tus abrazos y a tus antojos,
a tus deseos entrañables de amar, a tus pequeñas caricias insobornables.
Enriquecido por el dulce sabor de tus entrañas avanzo en el universo y distingo
en mí, el noble azotar del aleteo denso y hermoso de mi ignorancia, ignorancia
que se asemeja a la tenue brillantez del sol, ardiente como luciérnaga en el
día, como antorcha enclaustra y derretida. Ignorancia que consagra mis
madrugadas, que ilumina mis pasos, dulce ignorancia que santifica mi vida. ¿Qué
sería de mí sin la nobleza de mi ignorancia? ¿Qué haría yo en mis despertares
si no tuviera alas para emprender el vuelo?, ¿lograría asombrarme en mis tardes
de vibrante pensar? ¡No! Nada más permanecería flácido y aburrido, perenne en
mis lágrimas y avasallado por mi genética de desesperar aturdido. ¿Lograría
acaso romper las olas del mar con mi soberbia mordaz? ¿Acaso podría avanzar
sobre el tiempo como lo hace la nube, la hoja, la serpiente emplumada, o la
eterna dádiva que no necesita recompensa? Reconozco mi osadía al decirlo de pie
y con el rostro de frente ante la cascada que cae de la montaña, sé que lleno
mis labios de palabras de asombro ante esta tromba de verdades que deslizan
sobre mi piel, pero también sé que debo asirme a mi existencia como un
sonriente ignorante de las cosas, pero también sé que vibro orgulloso por
llenar mi necesidad de satisfacer su hermosa presencia en mí. ¡Bendita
ignorancia la mía!
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