Mi lista de blogs

domingo, 13 de octubre de 2019



La loca
No sé si ese día era mi cumpleaños número cinco, creo que era el sexto o el séptimo, no lo recuerdo bien. Las tardes de paseo junto a mamá eran mi momento esperado. Salir al parque, retozar entre los arriates, entre los setos de claveles, deslumbrarme con el sol que cruzaba las ramas de los árboles gigantescos, todo era un encanto. Corretear a las aves que se deslizaban buscando alpiste. Ver a los niños empujar el columpio que crujía y que enérgicos saltaban en la pila de arena.
Hasta que una tarde recuerdo que madre me tomó en sus brazos y abandonamos corriendo el parque junto a otras madres que también paseaban. Gritaban que se acercaba La Loca a caballo. Nunca vimos a la mujer, pero decían que estaba loca, que cabalgaba desnuda y que nadie sabía de su paradero. Ni yo.
☼☼☼
Mí presentimiento se cumplió, madre había muerto y no quise decir nada de mis vaticinios para no ser acusado de atraer la mala suerte o los malos augurios. Cuando pasaron los días y platicando ya en frío con mis hermanos todos confesaron haber presentido la muerte de madre, quien no se forma vaticinios con un paciente con cáncer terminal, pensé.
☼☼☼
La fiesta del cumpleaños número uno del bebé era algo que surgió de improviso una noche de platica. Aunque la madre pensaba que había que encomendarle al altísimo la buena salud de su nene y agradecer los buenos días que hasta hoy había tenido en su vida. El padre pensaba que ese dinero que gastarían en los bocadillos, el pastel y la piñata, mejor les vendría ahorrarlo para hacer los pagos de fin de mes que ya se asomaban o comprar los pañales desechables que ya sabían el alto costo que tenían. Pero no pudo evitar el enojo de la madre y la suegra que acomodaban la pequeña fiesta al mal cariño que su padre le tenía al bebé que apenas balbuceaba algunos sonidos de duda. El día de la fiesta no llegó mucha gente y la familia se mantuvo hasta tres días comiendo el pastel que guardaron en la refri, y la horchata hubo que botarla. Tampoco hubo niños para reventar la piñata entonces decidieron guardarla para el próximo año; la colgaron en la habitación del pequeñuelo que inocente por la noche comenzaba a balbucear “papá”.
☼☼☼
La invitación era para almorzar. Cuando llegamos desmontamos y ya nos estaban esperando. Eran seis o siete los miembros de la familia de aquel amigo. Los hijos se aprestaban a tomar nuestros caballos y amarrarlos debajo de una ceiba que ya alcanzábamos a ver desde el camino que traíamos.
Él, muy afable nos presentó a su mujer, una campesina muy particular: tenía los ojos de color extraño, el color de piel blanca y la figura del rostro muy diferente al nuestro. Cuando nos presentó a sus hijos noté con claridad que el color de los ojos de la madre se hacía presente en ellos también, eran tres. Cuando nos sentamos a la mesa y ella nos contó de su estirpe judía, nos indicó lo que íbamos a comer, un platillo propio de las antiguas maneras que fueron creados sus ancestros, entonces me di cuenta que era nativa de tierras lejanas, que había llegado con sus padres hace varios años en un barco huyendo de los nazis y que posteriormente habían muerto asesinados por un loco fanático cuando ella era muy joven. La diferencia de edades entre mi amigo y ella era notoria. Él un hombre mayor, tosco, rudo del campo nuestro, ella, una cuarentona de buen aspecto, con la piel fina, muy de los extranjeros que pasan acá rumbo al norte. No pude evitar pensar que cuando llegó acá ella era una niña y que este hombre se quedó con el manjar de su juventud. Nosotros solo guardamos silencio y seguimos comiendo. Cuando ella se levantó a servir el café, noté el escote bajo que usaba y su cabello largo que caía sobre su espalda ancha. Desde la cocina comenzó a contar la historia de sus padres, de la manera que habían llegado hasta acá y de la forma bestial que habían sido tratados al llegar a este territorio. No quisimos ahondar en esa platica, y nos dedicamos a definir los términos del negocio que teníamos entre manos, ellos se quedarían con la hacienda a cambio de una cantidad que definimos al fin.
Cuando nos marchábamos, vimos desde nuestros caballos como se abrazaban, felices decían adiós con un beso de mano y hacían una danza circular donde mencionaban palabras que nunca entendimos.
Y nos fuimos pensando en la suerte de este viejo agricultor que ahora viviría a la vera del camino rumbo al norte donde nosotros vivimos un día.
☼☼☼

☼Breves y Fugaces
☼En la política y los negocios no está dicha la última palabra.
☼Bailaron hasta el amanecer hasta que olvidaron sus nombres y destinos.
☼Cuando los sobrevino la calma el daño ya estaba hecho.
☼El maíz y el frijol sirven solo para engordar a la gente la carne acarrea proteínas que dan porte y tamaño al cuerpo.
☼Los fantasmas que vinieron anoche no asustaron a nadie. Parece que ninguno de los de este pueblo cree en apariciones.
☼☼☼

Edgardo Benítez
Santa Ana, El Salvador.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Brisas

 ☼ Del pecho le brotaron matas de maíz. Eran para alimentar al gentío. Del mismo modo, le brotó la tierra para esparcir en el mar. Pero los ...