1.Terminé de leer “Sobre los
huesos de los muertos”, de la ganadora del premio Nobel de este año, Olga
Tokarczuk.
Es polaca y la más leída en su país, ecologista y
psicóloga.
Me la pasaría leyendo por muchas horas más su obra.
Una prosa sencilla, digerible, y con una temática
interesante. Una manera de narrar la grandeza de la simple vida. La vida de los
pueblos aislados con sus dificultades propias del olvido. Narra de la vida de
una mujer sola, ya retirada, viviendo en la montaña polaca. Es el tipo de
lectura que agrada, de corte policiaco, novela negra con ligeros toques de
protesta por la barbarie de los humanos en contra de la armonía con las otras
especies. Además, una relación
intrínseca de la muerte con la vida, que por demás está decir, máximo misterio.
Narra escenas donde el contacto con la muerte causa rechazo, asco, pero,
demuestra su voluntad por aceptar este evento natural.
Después del escándalo sexual ocurrido en la academia el
año pasado, evento que llevó a la suspensión de la entrega del galardón, hubo
que lavarse la cara y subsanar heridas y
recuperar la confianza del público
otorgando el galardón a esta grande de la narrativa.
Los invito a que lean “Sobre los huesos de los muertos”.
2.Todos los humanos somos felices, solo que no nos damos
cuenta.
Ocurre que se nos enseñó que la felicidad es un estado
inexistente. En realidad, así como está conceptualizada la felicidad, es un
estado que para el ser humano es inalcanzable, no pienso que exista alguien que
con los parámetros que mencionan respeto a la felicidad, exista alguien que lo
sea. Digo esto ya que se nos ha dado a pensar que debemos alcanzar ese estado y
al no poder obtenerlo nos hemos visto en la necesidad de usar drogas, alcohol,
incluso el suicidio mismo para llegar a esa tan anhelada paz que no existe. Por
esa razón, que tal si nosotros hubiésemos grabado desde chicos, incluso desde
antes de ser concebidos (un poco de genética) que la felicidad es vivir, lo
repito Vivir es sinónimo de felicidad. Que cuando digo Vivir es todo en
absoluto, todo. O sea, basta estar con vida para reconocerse feliz, con la
capacidad de enfrentarse a lo que ocurre en el diario vivir, y que no son las
circunstancias externas la que determinan mi estado emocional, sino que, al
contrario, soy yo el que con mi manera de pensar me forjo mi propio destino.
Ocurre con los conceptos de política, de dios, de todo… en absoluto. Habrá que
crear nuestro propio diccionario y hacer de nuestra vida un vergel, en donde lo
que haya que vivir, lo viviremos con grandeza, sin temor a nada, con el sol a
nuestras espaldas y con la cara levantada. En otras palabras, las
circunstancias de la vida son solo eso, y en realidad, soy yo el que me las he
provocado, así que habrá que reconocernos inteligentes cuando estas
circunstancias sean adecuadas a mi realidad. En fin… es un tema hermoso y
difícil de explicar, y de entender mucho más difícil.
3.Entre tú y yo
… esta vez quizás sean las olas las que se vienen con más
fuerza que otros días. Quizás sea mi deseo el que sobrepase la ternura
acostumbrada. Estas olas que incomodan y martirizan mis sienes. Auténtico
sentimiento de las tiernas miradas, que rebalsa los ímpetus y las pieles
tatuadas con arresto… Tal vez sean los vientos que nos asolan y entristecen, o
sea solo la voz insolente que nos grita más de lo debido, o es una simple ola
de este líquido elemento que conocemos de sobra, pero que ahora se muestra
bronco, embravecido como nada… Si deseas acabar conmigo, cierra la mano y lo
conseguirás… Pero no vayas a extrañar, aquellas en ciernes palabras, dichas
tiempo atrás. Esas que quedaron esparcidas sobre las sábanas que moramos…, las
que quedaron encima de las miradas hechas con atino. No vayas a echar de menos
esta voz que rompe tus silencios.
4.Insulto
En el crepitar del éter, el ser muda a un plano orgánico,
en donde la palabra amor nos queda en deuda y resulta ser un insulto su uso. El
instante nada más es, listo y ya.
5.La fiesta
Quise sortear los gallardetes, pero me fue imposible
levantar la cabeza siquiera. La señal de que había fiesta en el pueblo era
evidente: la madrugada, lluvia cernida y
a esta hora, la gente tirada por el suelo con vomito a un costado. Era la
fiesta del pueblo.
Las mujeres caminaban descalzas con sus amantes de la mano, haciendo gritos y
carcajadas.
Edgardo Benítez
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